No desperdicies las hojas que caen en el otoño…

“Todas esas hojas y materia orgánica son aprovechadas por insectos y microorganismos, como hongos y bacterias que las reintegran en tierra fértil…”

Como huertero mi época favorita del año siempre ha sido el otoño, el cual inicia a partir del 23 de septiembre y concluye el 21 de diciembre. Es la estación en la que ocurre el cambio de clima y empiezan las tardes frescas. Son en aquellas fechas en que en muchos de los pueblos de América cosechan los cultivos de temporal, abundan las grandes calabazas criollas de todos los tamaños, el maíz nativo de muchos colores, las flores de cempasúchil, las hortalizas de temporada y las frutas que nos preparan para el invierno. Es la época para compartir alimentos, como se hace en las tradicionales fiestas de la cosecha, las “elotizas” en leña de las milpas y en México nuestro folclórico “día de muertos”, donde las ofrendas nos ayudan a recordar a los seres queridos que ya no están; donde se comparten mis preferidos de la temporada, los postres como el pan con ralladura de naranja, el dulce de calabaza con piloncillo, los tamales de elote y el atole de pinole o chocolate caliente para acompañar.

Pero además me gusta ver el cambio en el paisaje. Es la época en que muchos de los árboles y plantas empiezan a tirar sus hojas y flores, creando una alfombra multicolor que pinta los campos, los jardines y parques con el objetivo de regresar al suelo muchos de los nutrientes que fueron usados en este ciclo para producir frutos, crear sombra, desarrollar hojas, captar agua y hacer posible la creación de la vida. Todas esas hojas y materia orgánica son aprovechadas por insectos y microorganismos, como hongos y bacterias que las reintegran en tierra fértil, dando como resultado un compost que en unos meses volverá a ser utilizado por las plantas y que permiten mantener viva la esperanza de poder hacer frente a los cambios del clima de nuestro planeta, entendiendo que es en el suelo donde inicia el ciclo de la regeneración, la regeneración de la vida.

¿Y cómo relacionamos la regeneración con las finanzas?

Nuestros modelos de negocio han sido históricamente extractivos y destructivos. Utilizamos los recursos, los transformamos, usamos y desechamos; como sucede al barrer para después tirar a la basura las hojas de los árboles. No las volvemos a reintegrar al ciclo, creando un desbalance con consecuencias muy graves para los ecosistemas y el mundo. Hoy lo vivimos cuando no tenemos agua para beber en un caluroso verano, cuando no podemos salir de casa por las inundaciones de un gran huracán, cuando se congelan las tuberías de gas por el frío tan precipitado de una tormenta invernal e incluso cuando no hay frutas en el supermercado debido a que se perdieron por el granizo fuera de temporada o de región (todos ejemplos que pasaron este año en el norte de México).

Pero entonces… ¿Podemos hacer mejor las cosas? ¿Es posible progresar como sociedad sin dañar nuestro hogar? En los últimos años ha surgido el concepto que quizás podría dar la respuesta en el largo plazo: la economía regenerativa, cuyo principio nos habla de que no es suficiente el reducir o mitigar el impacto, no es suficiente con ser “sustentable o ecológico” sino que hoy es necesario ir más allá de hacer el esfuerzo mínimo. Hoy debemos  regenerar lo que le hemos quitado al sistema más importante de todos, el sistema natural. La buena noticia es que cada vez son más visibles los esfuerzos, los emprendimientos, los proyectos y las empresas que hacen de la regeneración su propuesta de valor y su misión. Hoy tenemos un gran ganadero en Chiapas buscando cómo manejar su ganado, haciendo de conservar el suelo su prioridad para producir con más rentabilidad e incrementar la biodiversidad; o la empresa turística que promueve la conservación de la cultura y la naturaleza, apoyando a comunidades rurales y generando empleos a través de hacer el turismo regenerativo; y qué decir de la marca de ropa deportiva para excursionistas que cedió toda su utilidad para proteger los ecosistemas del mundo. Ellos son solo el inicio del tipo de negocios que necesitamos para revertir el camino del consumismo desmedido por el que vamos como sociedad, son el inicio de los negocios enfocados en la regeneración.

Esta esperanza fue una gran motivación para unirme al equipo de SVX MX, para aportar desde mi experiencia como agricultor y conocer las herramientas de la inversión de impacto para financiar la economía regenerativa. Unirme a la red de disruptivos que están haciendo las cosas diferentes, que están comprometidos con el verdadero aprovechamiento del capital y que no son gobernados por él. Miran el futuro que le podemos dejar a nuestros hijos como un futuro próspero y con un paisaje verde lleno de vida. Y te lo digo con honestidad, sin la necesidad de ser un gran empresario, inversionista o filántropo con muchos recursos, puedes contribuir a la regeneración por cambiar pequeños hábitos que suman acciones inmensas, puedes empezar con el simple hecho de no desperdiciar las hojas que caen en el otoño…

Por Toño de la Rosa, gerente de educación SVX MX.

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